Mirar como un niño y descubrir lo que pasa inadvertido ante nuestros ojos
Como el niño que se asoma curioso por primera vez desde el lomo de un caballo en la romería, quien llega a El Andévalo mantiene una mirada abierta. Esto le permite descubrir lo que probablemente pase inadvertido a otros ojos.
Diversidad Natural
Pocos espacios ofrecen tanta diversidad paisajística y natural como esta zona de la provincia onubense. Agua, tierra, luz y viento convergen para mostrar una riqueza admirable que trasiega entre la Tierra Llana, la Sierra y la frontera con Portugal.
El Andévalo, con sus amplias e infinitas dehesas salpicadas de encinas y alcornoques, sus minas a cielo abierto o en profundas galerías, las aguas del río Guadiana, o las masas de pinares al sur de la comarca, nos permite gozar de un patrimonio natural único.
Así, la naturaleza, unida a la mano del ser humano en las actividades mineras y agropecuarias, han moldeado durante siglos el paisaje de esta comarca, habitada desde tiempos ancestrales.
Hoy es posible, además, disfrutar de este entorno natural con una oferta muy variada de actividades al aire libre, como el senderismo, la práctica del ciclismo en sus diferentes modalidades, el piragüismo, o participar en experiencias tan singulares como cruzar la frontera hispano lusa en tirolina.
Naturaleza y paisajes en una comarca que invita a relajarse con el paso pausado del tiempo.
Después del amanecer, una vez disipada la densa bruma que a veces cubre la dehesa, es un excelente momento para sentir la naturaleza en El Andévalo.
El silencio lo envuelve todo. Solo lo rompe el sonido incesante del agua en un arroyo próximo al sendero. El camino serpentea entre árboles mientras la luz empieza a bañar el campo, que nos la devuelve en forma de lienzo. Al final del día, el atardecer resultará inolvidable con un espectro de luces y colores únicos.