¿A qué sabe lo auténtico?
Sabe a guisos de caza, a caldereta, a chacinas de cerdo ibérico criado con mimo en las dehesas andevaleñas, a migas y a recetas aderezadas con hierbas aromáticas silvestres.
Sabe a dulces como rosas, roscos de puño, pestiños o milhojas y sabe a anisados y aguardientes.
Lo auténtico sabe a setas, especialmente a gurumelos, a quesos de ovejas y cabras que viven en un entorno privilegiado para dar la mejor leche, y a pan de pueblo recién tostado con jamón y aceite de la zona para degustar con sosiego en el bar de la esquina, en cualquier bar de la esquina.
INNOVACIÓN Y TRADICIÓN PARA UNA GASTRONOMÍA ÚNICA
El Andévalo es puro y auténtico sabor. Su amplia y variada producción agrícola y ganadera da lugar a una gastronomía muy rica y diversa. Cerdos ibéricos o corderos en las dehesas, así como vides y olivares tradicionales, confluyen con una agricultura moderna de regadío, de la que salen los reconocidos frutos rojos o los cítricos.
A todo ello se suman los productos silvestres y cinegéticos que los espacios naturales de estas tierras proveen, como las setas, entre las que destacan los gurumelos, las turmas o los níscalos, y las diferentes especies cinegéticas tanto de caza mayor como menor.
Esta excelente variedad de materias primas, transformada en los fogones andevaleños, son un reclamo turístico y la excusa perfecta para dar a conocer nuestro patrimonio y nuestra cultura.
En definitiva, El Andévalo alberga una riqueza culinaria y gastronómica amasada por manos hogareñas y establecimientos tradicionales. A estos se suma una generación de jóvenes chefs que marcan un nuevo rumbo de alta cocina.
De este modo, con tradición e innovación, El Andévalo se convierte en una auténtica experiencia gastronómica para el deleite del paladar.
